Bueno pues nuestra excursión por tierras coruñesas ha sido todo un éxito.
Valorando el conjunto, viento, spot, compañía, alojamiento, cenas, turismo, puedo asegurar que ha sido el mejor surfari que yo recuerde…
La playa expectacular, típico arenal tan común en el cantábrico y atlántico, supongo que en el mediterraneo tambien los habrá habido hace tiempo, antes de la invención del chalet en la playa. La duna, el rio, arena blanca y las aguas transparentes color turquesa, una pasada. Como todas estas playas no urbanizadas, hay que aparcar detrás de la duna y caminar un trecho hasta la playa.
El viernes llegamos hacia las 2, coincidiendo con la bajamar. Unos 18-20 nudos de NE, ola pequeña de menos de un metro y toda la playa para nosotros, una sola vela en el agua y nadie más a la vista.
Montamos vela mediana, Ángel 5 y 95l, Jose 4.7 y 90l y yo 5.3 y 87l y nos vamos al agua, está fría pero soportable, el viento súper constante. Dentro el chopy es considerable se mezcla con la ola de fondo y resulta bastante” agitado”. Lanzarse a la trasluchada con toda ese movimiento debajo de los pies requiere echarle un par de huevos, pero pronto descubres que es la única forma. Tienes que tirarte al largo a saco para que la inercia te permita terminarla si no, es imposible mantenerte encima con tan poco volumen. El bordo de vuelta es mucho más cómodo y cuando te aproximas a la orilla y alcanzas una ola, notas como la bajas acelerando más que la vela y llegas a la orilla con la superficie entre olas absolutamente transparente aplanada por la resaca con la superficie esmerilada como si fuera cristal, vamos lo que en el argot se llama “glassy”, te lanzas a la trasluchada a toda ostia notas la arena en la aleta cambias la vela y sales zumbando, es una sensación indescriptible de absoluta euforia, lo único que sientes es que en la paya haya nadie para verte hacerte la ola .
Pronto descubres las zonas por donde evacua la resaca y en las que se forma la ola. De tal forma que el procedimiento es, salir ciñendo a saco, trasluchar o virar rápidamente, empezar el bordo de vuelta ciñendo para ganar todo el terreno posible para perderlo jugando en las olas, trasluchar y salir por el canal.
Jugar en las olas parece fácil pero remontar la ola una vez que la has bajado y luego volverla a bajar resulta muuuuy complicado, lo normal es caerte sin llegar a la orilla pero como la ola es pequeña no se sufre mucho. A la salida a veces se coge alguna rampita con velocidad y saltas quieras o no, por lo que te tienes que concentrar en que el aterrizaje sea lo más digno posible.
Navegamos hasta las 7 más o menos, unas tres horas efectivas y salimos apalizados. Recogemos y nos vamos a casa de los padres de Ángel que amabilísimamente nos reciben en su maravillosa casa de Ponte Deume. Nos duchamos y salimos al pueblo a tapear alcanzando el estado de éxtasis en cuestión de minutos, el Ribeiro espectacular, y las raciones…
El sábado nos levantamos tranquilamente, desayunamos en la terraza disfrutando de la maravillosa mañana y nos vamos a dar un paseo en bici eléctrica por el parque natural de las Fragas del Eume con nuestro anfitrión, que está encantado de mostrarnos las maravillas de su tierra disfrutando de la compañía de nuestra “Juventud”.
La bicicleta eléctrica es un invento cojonudo y las Fragas del Eume una pasada. Regresamos a medio día recogemos los bártulos unos bocatas que amablemente nos preparan en la casa y para la playa.
Las condiciones se han endurecido, el viento está fuerte y la ola ha crecido hasta el metro, metro y poco. Ángel monta lo mismo que el día anterior más tenso, Jose tensa a saco su 4.7 y coge la tabla pequeña y yo monto lo mismo aunque con muchas dudas puesto que mi alargo no me permite tensar más la 5.3, en cuanto que salgo al agua veo que voy muy pasado y como la previ es al alza me armo de valor y cambio a 4.7. La cosa yendo cómodo mejora mucho, aun así, las condiciones son bastante más heavis, el chopy es duro y la rompiente ruge. Ángel mete su tabla pequeña y se le ve disfrutando en las olas, Jose le va cogiendo el truco y se le ve feliz, yo la verdad, no fui cómodo en todo el día, dolorido, he cambiado la posición de la aleta y la noto rara, a medida que la marea va subiendo el viento guarrea algo, el agua tan fría que tanto me gusta, catapulto… En fin, típico día que curte que te cagas. Recogemos a las 7 tranquilamente echamos un rato viendo evolucionar a un maquina local que llegó a última hora y nos vamos para casa, ducha , cena, copita y a la cama.
El domingo llegamos hacia las 12 a la playa, las condiciones nuevamente han cambiado, F4 y se ve claramente como llegan las olas ordenadamente desde el océano. Montamos grande, Ángel 5.7 y 95, Jose 5,5 y 90 y yo 6.3 y 113 con la aleta “pequeña”.
Las condiciones para freeride son brutales, mientras los máquinas flotan en ceñida esperando las olacas para surfear, yo como buen paquete con ínfulas me dedico a hacer lo que sé, navegar a toda ostia a la ida y volver follao para trasluchar en la orilla, después de dos días con 87, con volumen me salen todas, tanto dentro como fuera, el disfrute es total, después de un rato paqueteando me vengo arriba y me voy a por las olas. Bajar esas rampas es flipante, hay alguna que aun llegando al planeo, si la racha cae no hay cojones a subirla por detrás. La euforia sigue subiendo y en una surfeada me vengo arriba e intento remontar la pared, me lanzo contra la ola cual Roby Naish y ostias… la cosa se empina, la ola rompe, yo me voy al agua, la espuma me revuelca, el material se voltea yo trago agua, respiro, y viene otra, y otra, y otra …
Cuando recupero el material toca salir, como me he caído no tengo el canal, en la orilla el viento es escaso, cuando ves venir esa mole rugiendo a la altura de tu cabeza, ostias, la cosa se complica…
A medida que llega la bajamar el viento sube y la ola baja, hasta que llega el momento en que es imposible hacer nada con tanto volumen y vela. Nos salimos, recogemos y para casa de vuelta.
Apuntar que la horita y media menos de viaje respecto a Tarifa también se agradece.
En fin que…
¿Cuándo volvemos???
Valorando el conjunto, viento, spot, compañía, alojamiento, cenas, turismo, puedo asegurar que ha sido el mejor surfari que yo recuerde…
La playa expectacular, típico arenal tan común en el cantábrico y atlántico, supongo que en el mediterraneo tambien los habrá habido hace tiempo, antes de la invención del chalet en la playa. La duna, el rio, arena blanca y las aguas transparentes color turquesa, una pasada. Como todas estas playas no urbanizadas, hay que aparcar detrás de la duna y caminar un trecho hasta la playa.
El viernes llegamos hacia las 2, coincidiendo con la bajamar. Unos 18-20 nudos de NE, ola pequeña de menos de un metro y toda la playa para nosotros, una sola vela en el agua y nadie más a la vista.
Montamos vela mediana, Ángel 5 y 95l, Jose 4.7 y 90l y yo 5.3 y 87l y nos vamos al agua, está fría pero soportable, el viento súper constante. Dentro el chopy es considerable se mezcla con la ola de fondo y resulta bastante” agitado”. Lanzarse a la trasluchada con toda ese movimiento debajo de los pies requiere echarle un par de huevos, pero pronto descubres que es la única forma. Tienes que tirarte al largo a saco para que la inercia te permita terminarla si no, es imposible mantenerte encima con tan poco volumen. El bordo de vuelta es mucho más cómodo y cuando te aproximas a la orilla y alcanzas una ola, notas como la bajas acelerando más que la vela y llegas a la orilla con la superficie entre olas absolutamente transparente aplanada por la resaca con la superficie esmerilada como si fuera cristal, vamos lo que en el argot se llama “glassy”, te lanzas a la trasluchada a toda ostia notas la arena en la aleta cambias la vela y sales zumbando, es una sensación indescriptible de absoluta euforia, lo único que sientes es que en la paya haya nadie para verte hacerte la ola .
Pronto descubres las zonas por donde evacua la resaca y en las que se forma la ola. De tal forma que el procedimiento es, salir ciñendo a saco, trasluchar o virar rápidamente, empezar el bordo de vuelta ciñendo para ganar todo el terreno posible para perderlo jugando en las olas, trasluchar y salir por el canal.
Jugar en las olas parece fácil pero remontar la ola una vez que la has bajado y luego volverla a bajar resulta muuuuy complicado, lo normal es caerte sin llegar a la orilla pero como la ola es pequeña no se sufre mucho. A la salida a veces se coge alguna rampita con velocidad y saltas quieras o no, por lo que te tienes que concentrar en que el aterrizaje sea lo más digno posible.
Navegamos hasta las 7 más o menos, unas tres horas efectivas y salimos apalizados. Recogemos y nos vamos a casa de los padres de Ángel que amabilísimamente nos reciben en su maravillosa casa de Ponte Deume. Nos duchamos y salimos al pueblo a tapear alcanzando el estado de éxtasis en cuestión de minutos, el Ribeiro espectacular, y las raciones…
El sábado nos levantamos tranquilamente, desayunamos en la terraza disfrutando de la maravillosa mañana y nos vamos a dar un paseo en bici eléctrica por el parque natural de las Fragas del Eume con nuestro anfitrión, que está encantado de mostrarnos las maravillas de su tierra disfrutando de la compañía de nuestra “Juventud”.
La bicicleta eléctrica es un invento cojonudo y las Fragas del Eume una pasada. Regresamos a medio día recogemos los bártulos unos bocatas que amablemente nos preparan en la casa y para la playa.
Las condiciones se han endurecido, el viento está fuerte y la ola ha crecido hasta el metro, metro y poco. Ángel monta lo mismo que el día anterior más tenso, Jose tensa a saco su 4.7 y coge la tabla pequeña y yo monto lo mismo aunque con muchas dudas puesto que mi alargo no me permite tensar más la 5.3, en cuanto que salgo al agua veo que voy muy pasado y como la previ es al alza me armo de valor y cambio a 4.7. La cosa yendo cómodo mejora mucho, aun así, las condiciones son bastante más heavis, el chopy es duro y la rompiente ruge. Ángel mete su tabla pequeña y se le ve disfrutando en las olas, Jose le va cogiendo el truco y se le ve feliz, yo la verdad, no fui cómodo en todo el día, dolorido, he cambiado la posición de la aleta y la noto rara, a medida que la marea va subiendo el viento guarrea algo, el agua tan fría que tanto me gusta, catapulto… En fin, típico día que curte que te cagas. Recogemos a las 7 tranquilamente echamos un rato viendo evolucionar a un maquina local que llegó a última hora y nos vamos para casa, ducha , cena, copita y a la cama.
El domingo llegamos hacia las 12 a la playa, las condiciones nuevamente han cambiado, F4 y se ve claramente como llegan las olas ordenadamente desde el océano. Montamos grande, Ángel 5.7 y 95, Jose 5,5 y 90 y yo 6.3 y 113 con la aleta “pequeña”.
Las condiciones para freeride son brutales, mientras los máquinas flotan en ceñida esperando las olacas para surfear, yo como buen paquete con ínfulas me dedico a hacer lo que sé, navegar a toda ostia a la ida y volver follao para trasluchar en la orilla, después de dos días con 87, con volumen me salen todas, tanto dentro como fuera, el disfrute es total, después de un rato paqueteando me vengo arriba y me voy a por las olas. Bajar esas rampas es flipante, hay alguna que aun llegando al planeo, si la racha cae no hay cojones a subirla por detrás. La euforia sigue subiendo y en una surfeada me vengo arriba e intento remontar la pared, me lanzo contra la ola cual Roby Naish y ostias… la cosa se empina, la ola rompe, yo me voy al agua, la espuma me revuelca, el material se voltea yo trago agua, respiro, y viene otra, y otra, y otra …
Cuando recupero el material toca salir, como me he caído no tengo el canal, en la orilla el viento es escaso, cuando ves venir esa mole rugiendo a la altura de tu cabeza, ostias, la cosa se complica…
A medida que llega la bajamar el viento sube y la ola baja, hasta que llega el momento en que es imposible hacer nada con tanto volumen y vela. Nos salimos, recogemos y para casa de vuelta.
Apuntar que la horita y media menos de viaje respecto a Tarifa también se agradece.
En fin que…
¿Cuándo volvemos???