Decepcionante, frustrante, desilusionante, desencantadora...
Ayer lunes fui a la playa a probar diverso material que había comprado, (second hand): una tabla de 143 l. (bajo desde los 160) y una botavara. Había consultado windguru y windiberia y ambos coincidían: 13 nudos.
El viernes pasado cogí vacaciones de tal forma que el lunes, a las 12,00, ilusionado total, ya estaba en la playa. Nada más aparcar el coche pude observar que las predicciones se habían quedado cortas. Calculo que soplarían unos 18 nudos. Para mí todo un huracán. (No me levanto del sofá con más de 15 nudos). Bueno, después de los 40 km. recorridos...al agua.
Cargo el carrito y camino unos 200 metros hasta la playa, (tal vez más). Cuando llego a pie de orilla, me quedo unos cinco minutos pensando y mirando el oscuro y revuelto mar, (para colmo estaba lloviendo levemente). Los dos tipos que hay dentro de mí empezaron a librar una dura batalla. Doctor Jeckill decía que prudencia. Mr. Hyde que qué clase de cagao era. Ganó Mr. Hyde. Monté el material y, como nunca había navegado con tanto viento, me dije que podía probar a ver si aprendía a planear. Después de ver cientos de veces el Video Didattico 2, la cosa estaría chupada. A veces pienso que aprenderé antes italiano que hacer beach start. Ciertamente empecé a planear, ¡qué gozada! Lo único que me costó más trabajo fue hacer el agujero en la arena para meter las dos aletas de la tabla. A partir de ahí...de lujo. Bueno, después, espoleado por el señor Hyde, tuve que echar el material al agua. Antes miré a mi alrededor por si acaso había alguien. Sí, ya se que dicen que es temerario meterse sin nadie a la vista, pero para mi fue una satisfacción. Prefiero correr un poco de riesgo que hacer gravemente el indio. Por el camino, en el coche, me decía: hoy tienes que sacar el beach. Por ello, me puse en posición A. Me bastaron 20 segundos para darme cuenta de que aquello iba a ser tarea imposible. Al menos, intentaré navegar, pensé. Me puse a drizar y la tabla era como el toro de los rodeos. Después de dos revolcones, salí derrotado a la arena. Todavía me quedaba una opción: recoger todo el material, deshacer los 200 y pico de metros de arena suelta, cargar nuevamente y tirarme para la zona del espigón. Eso hice. Media hora más tarde estaba montando en una zona más protegida. A pesar de eso, el Doctor Jeckill me decía: "muchacho, hoy no está para tí". Pero el buen doctor hacía ya hora y media que había perdido. Para recuperar el tiempo perdido ni beach ni nada: a probar como navega la tabla. Nada más drizar, cogí una gran aceleración y pensé que estaba todo controlado, pero tras hacer los 100 o 150 metros más cercanos a la orilla, empecé a notar un oleaje bastante bravo que entraba desde levante por la bocana del espigón y me daba de costado. Creí que si salía bien desde la orilla, después no habría problemas. Esto no siempre es así: tomen buena nota los novatos como yo. La cosa se puso ... ¿cómo diría? ¿jodida?
En efecto, cuando fui a virar, el oleaje me desmontó. Ah! ¿Todavia no he dicho lo del frio? Pues hacía un frio de cxjxnxs. Tenía la cara y las manos ateridas, lo que naturalmente se agravó cuando me puse en remojo por primera vez. Bueno, hora de probar en serio la botavara que me había comprado. Tengo que decir que la compré sin driza por lo que yo le hice una con una cuerda de un viejo toldo que mi mujer me obligó a cambiar en casa este verano. Estaba totalmente despeluchada y no confiaba en absoluto en ella. Me acorde de las de bolas y las elásticas que había visto en ozu-tarifa. Cuando logré subirme a la tabla empecé a jalar de aquella cuerda (ya no la llamaré más driza) y, como la había atado mal a la botavara, cuando hice más fuerza se soltó la palanca de aquella y se corrió hacia abajo hasta dar en la vela. Aquella fue la primera vez en toda la jornada que me cague en los XXXXXXX de Mr. Hyde. Cuando logré medio desfacer el entuerto y me subí de nuevo, había derivado bastante y lo que es peor, no me arrimaba a la orilla. En ese momento estaría a unos 250 metros, distancia que cuando vas por la autopista a 120 es una miseria, pero cuando estás en el mar en esas condiciones, es un año luz. Total, conseguí subir la vela. Tiré de ella con decisión y... coño, estoy navegando otra vez y a buena velocidad. En un determinado momento, sentí como un golpe de viento me trataba como a un pelele y me vi nuevamente en el agua al lado de la proa de la tabla. Tres veces se repitió la misma secuencia: agua, subir, drizar, navegar y catapulta. Bien, bien, mis primeras catapultas. Esto no va mal: he conseguido planear en seco y hacer varias catapultas. A esto le llamo yo progresión. Tras la última caída, me faltarían unos 100 metros para llegar a tierra y los recorrí perfectamente: ya allí no llegaba la fuerza con que el mar entraba por la bocana. Recuperé toda la distancia que había derivado, por supuesto andando, y cuando llegué a donde estaban mis cosas saque la botella de agua y el bocata de salami y me lo comí mientras pensaba cuando dinero podía sacarle a la tabla, a los aparejos, al neopreno, a los tubos de la vaca, a la cuerdecita en la que me cuelgo la llave del coche al cuello... En fin, lo que quería deciros cuando empecé a escribir esto es que deseo que paséis una Feliz Navidad y que tengáis un 2008 lleno de felicidad.
Un saludo. Pedro. (Pero sigo pensando que estáis todos locos)
Ayer lunes fui a la playa a probar diverso material que había comprado, (second hand): una tabla de 143 l. (bajo desde los 160) y una botavara. Había consultado windguru y windiberia y ambos coincidían: 13 nudos.
El viernes pasado cogí vacaciones de tal forma que el lunes, a las 12,00, ilusionado total, ya estaba en la playa. Nada más aparcar el coche pude observar que las predicciones se habían quedado cortas. Calculo que soplarían unos 18 nudos. Para mí todo un huracán. (No me levanto del sofá con más de 15 nudos). Bueno, después de los 40 km. recorridos...al agua.
Cargo el carrito y camino unos 200 metros hasta la playa, (tal vez más). Cuando llego a pie de orilla, me quedo unos cinco minutos pensando y mirando el oscuro y revuelto mar, (para colmo estaba lloviendo levemente). Los dos tipos que hay dentro de mí empezaron a librar una dura batalla. Doctor Jeckill decía que prudencia. Mr. Hyde que qué clase de cagao era. Ganó Mr. Hyde. Monté el material y, como nunca había navegado con tanto viento, me dije que podía probar a ver si aprendía a planear. Después de ver cientos de veces el Video Didattico 2, la cosa estaría chupada. A veces pienso que aprenderé antes italiano que hacer beach start. Ciertamente empecé a planear, ¡qué gozada! Lo único que me costó más trabajo fue hacer el agujero en la arena para meter las dos aletas de la tabla. A partir de ahí...de lujo. Bueno, después, espoleado por el señor Hyde, tuve que echar el material al agua. Antes miré a mi alrededor por si acaso había alguien. Sí, ya se que dicen que es temerario meterse sin nadie a la vista, pero para mi fue una satisfacción. Prefiero correr un poco de riesgo que hacer gravemente el indio. Por el camino, en el coche, me decía: hoy tienes que sacar el beach. Por ello, me puse en posición A. Me bastaron 20 segundos para darme cuenta de que aquello iba a ser tarea imposible. Al menos, intentaré navegar, pensé. Me puse a drizar y la tabla era como el toro de los rodeos. Después de dos revolcones, salí derrotado a la arena. Todavía me quedaba una opción: recoger todo el material, deshacer los 200 y pico de metros de arena suelta, cargar nuevamente y tirarme para la zona del espigón. Eso hice. Media hora más tarde estaba montando en una zona más protegida. A pesar de eso, el Doctor Jeckill me decía: "muchacho, hoy no está para tí". Pero el buen doctor hacía ya hora y media que había perdido. Para recuperar el tiempo perdido ni beach ni nada: a probar como navega la tabla. Nada más drizar, cogí una gran aceleración y pensé que estaba todo controlado, pero tras hacer los 100 o 150 metros más cercanos a la orilla, empecé a notar un oleaje bastante bravo que entraba desde levante por la bocana del espigón y me daba de costado. Creí que si salía bien desde la orilla, después no habría problemas. Esto no siempre es así: tomen buena nota los novatos como yo. La cosa se puso ... ¿cómo diría? ¿jodida?
En efecto, cuando fui a virar, el oleaje me desmontó. Ah! ¿Todavia no he dicho lo del frio? Pues hacía un frio de cxjxnxs. Tenía la cara y las manos ateridas, lo que naturalmente se agravó cuando me puse en remojo por primera vez. Bueno, hora de probar en serio la botavara que me había comprado. Tengo que decir que la compré sin driza por lo que yo le hice una con una cuerda de un viejo toldo que mi mujer me obligó a cambiar en casa este verano. Estaba totalmente despeluchada y no confiaba en absoluto en ella. Me acorde de las de bolas y las elásticas que había visto en ozu-tarifa. Cuando logré subirme a la tabla empecé a jalar de aquella cuerda (ya no la llamaré más driza) y, como la había atado mal a la botavara, cuando hice más fuerza se soltó la palanca de aquella y se corrió hacia abajo hasta dar en la vela. Aquella fue la primera vez en toda la jornada que me cague en los XXXXXXX de Mr. Hyde. Cuando logré medio desfacer el entuerto y me subí de nuevo, había derivado bastante y lo que es peor, no me arrimaba a la orilla. En ese momento estaría a unos 250 metros, distancia que cuando vas por la autopista a 120 es una miseria, pero cuando estás en el mar en esas condiciones, es un año luz. Total, conseguí subir la vela. Tiré de ella con decisión y... coño, estoy navegando otra vez y a buena velocidad. En un determinado momento, sentí como un golpe de viento me trataba como a un pelele y me vi nuevamente en el agua al lado de la proa de la tabla. Tres veces se repitió la misma secuencia: agua, subir, drizar, navegar y catapulta. Bien, bien, mis primeras catapultas. Esto no va mal: he conseguido planear en seco y hacer varias catapultas. A esto le llamo yo progresión. Tras la última caída, me faltarían unos 100 metros para llegar a tierra y los recorrí perfectamente: ya allí no llegaba la fuerza con que el mar entraba por la bocana. Recuperé toda la distancia que había derivado, por supuesto andando, y cuando llegué a donde estaban mis cosas saque la botella de agua y el bocata de salami y me lo comí mientras pensaba cuando dinero podía sacarle a la tabla, a los aparejos, al neopreno, a los tubos de la vaca, a la cuerdecita en la que me cuelgo la llave del coche al cuello... En fin, lo que quería deciros cuando empecé a escribir esto es que deseo que paséis una Feliz Navidad y que tengáis un 2008 lleno de felicidad.
Un saludo. Pedro. (Pero sigo pensando que estáis todos locos)