El Charly
Totalwind Fan
la puta de oros: Oros es un pueblo del pirineo, en el que había una única puta, que además se dedicaba a hacer faenas múltiples a la gente.Por eso viene también lo de "putada" a una faena gorda.Y las gentes del lugar (e incluso de otros lugares) acababan dicendo siempre eso de mecagúen la puta de Oros
Decir ocho veces al día "me cago en la puta de oros" es algo altamente beneficioso para la salud.
Mucha gente se queja de que la comunidad científica parece como si estuviera en otra galaxia, alejada de los problemas reales, concretos e inmediatos de la población de a pie. Esto puede ser verdad y no serlo, pero es evidente que la experimentación, en cualquiera de sus múltiples facetas, no es una actividad cuyos resultados sean rápidamente aplicables a los usos, costumbres y necesidades de la sociedad, sino que sus efectos beneficiosos requieren el paso del tiempo.
Sin embargo, los Departamentos de Medicina Social y de Investigación Dietética de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid llevan realizando de manera coordinada desde hace tiempo un paquete de investigaciones cuyos resultados pueden ser valorados de manera inmediata, aunque no por ello sean menos sorprendentes. Todo ello se podría resumir de esta manera: decir tacos elimina toxinas y calorías. Cuanto más tacos se dicen al cabo del día, mejor para la salud. Cuanto más fuertes sean los tacos, más sonoros y rotundos, más beneficios en diferentes campos obtiene nuestro organismo.
El asunto comenzó cuando el Doctor Calixto Rupérez, médico español nacido en Torrelodones pero afincado desde hacía una década en el Departamento de Investigación de Biología Molecular de la University of Arizona, en Estados Unidos, advirtió casualmente que las personas que en su propia esfera laboral y personal tenían la lengua más suelta, eran los más delgados y los que vivían más y mejor. En su propia familia, según refiere el galeno, su abuela Nicolasa, una mujer que se distinguió por tener un vocabulario infame, llegó a vivir en plenas facultades físicas y mentales hasta los ciento cinco años, edad en que resbaló en las escaleras de su domicilio y se partió la crisma. Este ejemplo tan cercano, la curiosidad personal y los conocimientos metodológicos y científicos de Rupérez, se aliaron, comenzando de esta manera una suerte de investigación que ha terminado estos días, ya en su país natal, con la publicación de un libro provocador: “El taco, como fuente de placer, de salud y de vida” (Editorial De la Medicina hacia el Hombre. Madrid, 2005).
El libro dice cosas tan sorprendentes como ésta: “Decir “me cago en la puta de oros” ocho veces al día libera al organismo de 0´7 caramelas (medida universal de diversos tipos de toxinas), y 200 calorías”.
La abuela Nicolasa.
Rupérez argumenta de esta manera su descubrimiento: “En algunas comunidades del sur de Africa, el brujo de la tribu convoca a la población para proferir imprecaciones contra la naturaleza. Si en ese año natural, por ejemplo, el cauce del río se ha desbordado, los exabruptos de la tribu se dirigen contra él. Durante horas y horas, hombres, mujeres y niños, gritan y mascullan maldiciones fluviales. Al año siguiente son los campos de hortalizas el objeto de sus clamores. La creencia general es que, de esta manera, aunque las hortalizas no aumenten y el río se desborde igual, toda la población consigue expulsar en buena medida el veneno interior que lleva dentro. Relacioné sta constatación empírica con un artículo que hace años leí en el “Marca”. En él se venía a decir que los espectadores que acuden a un campo de fútbol un domingo por la tarde suelen dormir mejor, más felices y relajados, que los que no lo hacen, o, incluso, que los que han hecho deporte ese mismo día. A partir de ahí fui atando cabos, los relacioné con la experiencia personal de mi abuela, y mis descubrimientos me fueron dejando anonadado. En resumen puedo afirmar que el taco, como habitualmente llamamos en España a este fenómeno lingüístico y sonoro, produce en quien lo practica abundantes beneficios”.
Pero Rupérez no se queda ahí. En su obra establece un ranking de los tacos más beneficiosos para el organismo, en donde también se incluyen amenazas e improperios. Para que este beneficio se produzca deben unirse dos factores: la sonoridad y la contundencia y/o agresividad de lo dicho. De esta manera, los tacos más saludables, dichos ocho veces en un ciclo de 24 horas, son:
1. Me cago en la puta de oros (0´7 caramelas, 200 calorías)
2. Tócame los cojones (0´6 caramelas, 180 calorías)
3. Vete a tomar por el saco (0´5 caramelas, 160 calorías)
4. Te voy a partir la cabeza, cabrón (0´5 caramelas, 150 calorías si se dice de manera muy agresiva, y 0´3 caramelas y 120 calorías como una mera hipótesis.)
5. Te voy a partir la cabeza (sin cabrón) (0´4 caramelas, 125 calorías).
También son saludables las expresiones que, sin ser ofensivas, son ruidosas y concluyentes: “Cáspita” (0´3 caramelas, 100 calorías), “Coño” (0´3 caramelas, 80 calorías), “Caray” (0´2 caramelas, 60 calorías”).
“Es evidente -concluye Rupérez en su estudio-, que si esto hubiera sido descubierto antes, habría conceptos sociales, como el de la magnificada urbanidad, que hubieran sido valorados de manera diferente. El taco, como saludable expresión de comunicación humana, debería ser objeto de estudio, aprendizaje y práctica, incluso en colegios e institutos.”
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