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lukiluk

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“…Llevaba un bañador de surf debajo de los pantalones y se cayó intentando quitárselos:
-Me estoy mareando – dijo -. Chicos, ¿Os importa encerarme la tabla ¿ Creo que voy a vomitar.
- Que payaso – dijo el chaval más alto a su amigo-. Te va a dejar la tabla hecha un asco. Menudo cuadro.
- Está muy borracho. Nunca he visto a nadie tan mal. Puaggh, mira, incluso tiene moscas. Que asco…”

“…Los dos principiantes caminaban por la orilla.
-Me da igual la tabla.- Dijo el pequeño.
-No tenías que haber dejado a ese tiparraco la tabla, tío.
-O se la dejaba o el otro te hubiera machacado. ¡Mira! Está en la zona de arranque.
No llegaba a remar. Parecía como que sacaba los brazos fuera del agua y luego los dejaba caer. Pero de alguna manera se situó en el centro del pico cerca de otros surfistas y estaba viniendo una buena serie. La primera ola le pasó por debajo y dos que estaban arrancando casi lo atropellaron.
-¡Estoy bajando! - Gritó uno de ellos-. ¡Quítate de en medio ¡
La segunda ola era mas grande y empezó a subir de forma inquietante detrás de él. Dejó caer los brazos unas cuantas veces más.
-Anda – dijo el chaval pequeño en la playa-. Se lo va a tragar la ola. Joder, me parece que se va a ahogar. Mira, incluso tiene la tabla mirando hacia la izquierda.
La ola hundió la parte trasera de la tabla. Dejó caer los brazos de nuevo. De repente la tabla resbaló hacia delante y empezó a inclinarse peligrosamente bajo la ola de la izquierda, directamente hacia las mandíbulas abiertas del tubo. Se levantó sobre las rodillas y después apoyó un pié y por fin el otro. Estaba completamente inclinado en la parte baja de la ola, a punto de que lo envolvieran dos metros y medio de agua.
¡Y de pronto sucedió! Las piernas encogidas se estiraron. Movió las manos como un rayo, irguió el cabeza, tensó sus músculos con fuerza. La tabla atravesó el tubo y llegó a la parte más plana frente a la ola y se inclinó de manera que casi se veía la aleta. Flexionó las piernas y la tabla salió disparada por la parte superior de la ola que iba a toda velocidad para después subir por la cara que daba a la orilla.
Giró otra vez y la tabla resplandeció al otro lado de la cresta sujetándose solo con el canto interior y trazando un sólido arco que hizo que la ola se rompiera por la mitad. Después, hacia abajo, hacia abajo con una velocidad increíble y otro impresionante bottom turn de doce metros con la espalda arqueada y una mano fuera, como quien no quiere la cosa, que parecía sostener la sección de ola que estaba ascendiendo. La pendiente de la ola aumentó de repente y extendió los dedos de los pies sobre la punta de la tabla. La sección se enroscó y remó hacia atrás hábilmente hasta la mitad de la tabla, dándose un impulso tan impresionante que la tabla hizo saltar por los aires el agua blanca a su alrededor, y logró salir de nuevo a la cara de la ola que todavía no se había arrugado. Se le iluminaron los ojos. En su cara apareció una sonrisa despreocupada. En este momento encogió el estomago y eructó ruidosamente.
Después hizo que la tabla se deslizara bajo los pies y empezó a girar rápidamente por encima y por debajo de la ola en un movimiento de montaña rusa. Cabalgó hasta el epicentro de la ola, ganando velocidad con cada giro arqueado. Otro surfista despegó y le bloqueó el camino. El deslizó la tabla sobre la parte superior de ola, se quedó parado allí un momento, volando con indiferencia sobre el agua, y después se zambulló de cabeza.
El chico alto abrió la boca más de habitual.
-¡Ese es Matt Jonson ¡-Gritó.
-Si- Asintió el otro-. ¡Y está en mi tabla ¡….”



Para los que no lo hayan leído, “El gran miércoles”
 
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