En la década de los 90 Don Montague ya había ganado varias pruebas del campeonato del mundo de windsurf, pero su verdadera obsesión era otra: surfear siendo propulsado por una cometa. Así que un día compró una, la rellenó de condones y la rodeó de tubos de plástico de piscinas infantiles para que flotara. Su invención no fue un éxito rotundo, pero se había convertido en uno de los pioneros del kiteboarding. Desde entonces, Montague no ha dejado de experimentar con cometas. En tierra, está desarrollando unos aerogeneradores más eficaces y menos costosos que los convencionales, un proyecto llamado Makani Power y que cuenta con el respaldo de Google, Boening o la NASA. Al mismo tiempo en el agua, perfecciona el kiteboat.
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